El sistema económico actual contempla a los mercados como instituciones imprescindibles para la prosperidad económica, dando mayor importancia al capital y a la maximización de sus beneficios que al bien de la sociedad. Este sistema cuenta con marcadas desigualdades a nivel redistributivo que fomentan la aparición de injusticias sociales (aumento de la pobreza de los países menos desarrollados, precariedad laboral, desigualdades económicas, desigualdades salariales...).
Existen muchas iniciativas que reclaman un cambio de los factores estructurales que están en la raiz de esas grandes desigualdades, ejerciendo la participación ciudadana con lucidez crítica para reivindicar un modelo económico más humano, menos material y más justo. Estas iniciativas se traducen en prácticas económicas factibles que tejen una economía alternativa al servicio de las personas.
Existen muchas iniciativas que reclaman un cambio de los factores estructurales que están en la raiz de esas grandes desigualdades, ejerciendo la participación ciudadana con lucidez crítica para reivindicar un modelo económico más humano, menos material y más justo. Estas iniciativas se traducen en prácticas económicas factibles que tejen una economía alternativa al servicio de las personas.
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